Las grandes personalidades son manantiales inagotables. Pasan los años, crecen los estudios y evocaciones en torno a ellas y aún siguen dando un agua singularmente cristalina para calmar las nuevas sedes de conocimiento. Algo de esta sensación se percibió en el auditorio Santa Teresa de Jesús de Ávila, de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC) este martes 15 de abril, cuando cuatro académicas de la región analizaron, desde enfoques particulares y novedosos, el amplio universo de Gabriela Mistral. En el panel, titulado “Cartas al Mundo: Gabriela Mistral, Maestra de las Humanidades”, participó por la Universidad de Concepción la Dra. Cecilia Rubio, directora de la Cátedra Gonzalo Rojas y de la revista Atenea.
DIPLOMACIA DE ALTO VUELO
Rompió el hielo la Dra. Constanza Gajardo, de la UCSC, quien, desde los enfoques de la Nueva Historia Diplomática, retrató la labor mistraliana en las relaciones internacionales no como un simple apéndice de su creación literaria ni un reconocimiento a su prestigio, sino como un empeño mayor, de proyección cultural, que mucho contribuyó al curso de la diplomacia chilena.
La Gabriela diplomática, aseveró Gajardo, ha estado prácticamente ausente del relato nacional, cuestión a ojos vista discriminatoria, si se analizan los logros que cosechó desde una “posición híbrida” —escritora, funcionaria del Estado, embajadora de cultura e identidad—, lo cual la llevó a generar múltiples y fecundas redes en etapas tan complejas como el periodo entreguerras del siglo XX.
No fue la maestra y periodista una funcionaria clásica —meditó la expositora—; tampoco una política militante ni una artista oficial; antes bien, se erigió como embajadora del espíritu latinoamericano cuya voz estuvo comprometida siempre con la justicia y la educación.
¿QUÉ DICE Y OCULTA TALA?
La Dra. Cecilia Rubio centró su intervención en Tala, ese volumen mayúsculo de la poeta, que resulta su obra cumbre antes del Premio Nobel, galardón que, enfatizó la académica, no se lo otorgaron únicamente a la literata, sino a la personalidad total.
¿Cuántos significados y sentidos connota esa sola palabra: “Tala”? preguntó (y se preguntó) la directora de la Cátedra GR. A continuación, fue develando posibles caminos interpretativos, que transitaron de las básicas acepciones de diccionario hasta muy sutiles decodificaciones líricas, siempre en la convicción de que no hay lectura final o absoluta de una “criatura” poética como la que analizaba.
Partiendo de comprender que la creación mistraliana (y acaso la de todo auténtico escritor) es un proceso complejo, multidimensional, que nunca termina —para usar una imagen cara a Gabriela— de dar su jugo de deliciosa uva, podemos pensar que el título Tala está aún en la cultura agraria de cortar para limpiar, para volver a frutecer, observó la especialista.
La poesía de la Premio Nobel es interpretada por Rubio como un surtidor entre planos de transparencia y hermetismo, donde cada libro —a juzgar también por notas de la propia escritora— es un fruto del dolor que finalmente enrumba a la esperanza. Y en ese brotar, clarísimo e inescrutable, Tala aún reserva mucho por decir.
UN ARCOÍRIS DE PEDAGOGÍA
“Un arcoíris de inspiración: los años de Gabriela Mistral en la Reforma Educacional de México” fue el título de la presentación que compartió la Mg. Nidia Smith, también de la UCSC, quien partió recordando las absurdas barreras que hubo de vencer la maestra del Valle del Elqui por carecer del título formal de profesora y provenir de un entorno rural.
Se refirió Smith a los lazos que unieron a Mistral con el relevante intelectual José Vasconcelos, primer Secretario de Educación Pública mexicano, y a instancias del cual la educadora chilena desarrolló una encomiable labor de “misiones pedagógicas” en la nación azteca. Allí, donde fue recibida para su asombro por niños que cantaban y danzaban sus rondas, Gabriela asistió a la inauguración de una escuela con su nombre; homenaje que le llegó en fecha tan temprana como 1922, apuntó la académica.
Desde México, y mayoritariamente dirigidas a El Mercurio, la poeta envió cartas que expandieron su faena educativa, al recrearles a los chilenos de la época desde la geografía y costumbres del país —a la sazón dirigido por Álvaro Obregón y en plena etapa postrevolucionaria—, hasta los debates y urgencias del momento en torno a instrucción femenina, bibliotecas populares o importancia de los oficios.
PARA “VOLARNOS” LA CABEZA
16 años, tan solo 16 años tenía la joven Lucila Godoy Alcayaga cuando firmó con ese, su nombre, que después sería relegado por el radiante Gabriela Mistral, el ensayo “La instrucción de la mujer” en el diario local La voz de Elqui, de Vicuña. El detalle, harto relevador, fue traído a colación por la Dra. Erna Ulloa, igualmente de la UCSC, encargada de moderar y cerrar el panel especializado.
Para muchos, comentó Ulloa, aquella reflexión rupturista que vio la luz en marzo de 1906, en la que una jovencita audaz y desconocida reclamaba para la mujer un lugar y misión no de esclava, sino de compañera, es el primer texto con perspectiva de género en Chile; y demostró la hondura de pensamiento que ya se acrisolaba en la futura intelectual, poeta, pedagoga y maestra.
¿Cuáles son los pilares de la dignidad femenina? ¿Qué claves posibilitan la autonomía y emancipación? Poniendo sobre el tapete interrogantes de este cariz irrumpió en el panorama público de principios del siglo XX aquel texto iluminado, que, según recordó en modo anecdótico la profesora, le “voló la cabeza”, cuando lo leyó por primera vez.
Volar las cabezas, o mejor aún, situarlas con toda propiedad en sus órbitas de razonamiento, fue quizás la mayor ganancia del conversatorio, organizado por la Licenciatura en Historia de la UCSC, en este que ya transcurre, oficialmente, como “año mistraliano”. (J.A.L.)